Malos argumentos de los ateos parte 4: el origen de la creencia en Dios

Continuando con la tarea de analizar los argumentos más comunes de los críticos del cristianismo, que son presentados como objeción a la afirmación: “Dios existe”, llegamos a la cuarta entrega en donde veremos el famoso argumento que dice o insinúa: “Dios no existe porque es una creencia originada en el miedo o ignorancia”.

Esta objeción es usada para descreditar todo argumento a favor de la existencia de Dios, afirmando que sin importar que tan buenos sean, son falsos, pues Dios es un ser inventado como explicación para todo, debido al miedo o ignorancia. Así, por ejemplo, las civilizaciones pasadas, cuando no sabían explicar de forma natural ciertos acontecimientos, como la lluvia, terremotos y otros fenómenos naturales, decían que estos eran producidos por su Dios o dioses. Otra variante de este argumento consiste en decir que la creencia en Dios se creó como respuesta al miedo a morir, con el fin de darse el ser humano esperanza de una vida eterna en un paraíso.

Este argumento, y cualquiera de sus variantes (que usted las puede reconocer cuando se quiere decir que la creencia en Dios es originada en tal cosa o suceso) cometen el error técnico lógico conocido como la falacia genética. La falacia genética consiste en afirmar que la verdad o falsedad de una proposición está relacionada no con su correspondencia con la realidad, sino con su origen. Así sin importar que se presente a Dios como causa incausada del universo el crítico dirá que este argumento cosmológico es irrelevante pues Dios no existe, ya que fue creado en el miedo e ignorancia de los antepasados.

La realidad es que la verdad o falsedad de una proposición no tiene nada que ver con su origen sino si describe correctamente la realidad. Por esta razón el argumento es una falacia, que sin importar cuánto el crítico quiera decir que es bueno, nunca lo será, pues la ciencia que se encarga de la normativa de los razonamientos no lo favorece.

Es por esta sencilla razón que aconsejamos a los lectores ateos a no usar este argumento tan popular en la web, pues no es ni siquiera un argumento, sino una falacia.

¡Dios no bendiga, y hasta la próxima!

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